¿Estaremos en condiciones de decir que el 'chifita' es ya peruano? Creo que todos hemos pasado más de una vez por un chifa, y no sólo pasado, sino entrado, consumido y pagado.
Cuando sales de casa y de repente sientes que el hambre está siendo presa de ti, lo primero -aparte claro está del pollo a la brasa- que se te ocurre, es lo más emblemático que hay en el Perú -o por lo menos en Lima-: El Chifa. Este variado plato: caliente, humeante, dulce, salado, y agrio; siempre viene acompañado de un líquido por demás traicionero. Un líquido que a pesar de la traición cometida a nosotros sus padres, aún la tenemos en el corazón y le decimos -todavía- con orgullo: La bebida de sabor nacional. Me refiero a esa ingrata rubia que quiso dejar de ser chola para ser mapocha: la Inkacola.
¿Alguna vez te has imaginado comerte tu arrocito chaufa y de colofón una Coca cola? No te pases. Jamás. Siempre es con Inkacola.
Ayer estuve en un chifita. Me pedí mi Kamlu Wantán y para tomar -a regañadientes- pedí a la traicionera -mi memoria inconsciente es más fuerte que yo, perdónenme-. Así que, feliz nomás disfruté mi plato. Total; Saga, Ripley, y demás, son chilenos, ¿no? Y como soy antichileno, mi lema es: "A los chilenos me los como". Bueno, tómalo como quieras. Pero yo me los como, ¿ok?
Así que, cuando vayas a un chifa, debes darte cuenta que esos establecimientos ya dejaron de ser chinos, para ser eminentemente peruanos, aunque en ellos, a veces, sólo atiendan chinos. Los chifas y la frase: "Te invito un chifita" -no se entienda como vamos a 'chifear', porque ya significa otra cosa- son lenguajes coloquiales de nuestra habla 'culta'. Ahora es patrimonio nuestro, aunque la Inkacola haya dejado de elaborarse en el Perú. Esa rubia rica y dulzona a pesar de todo, creo que en el fondo lleva el espíritu peruano. Por eso aún la consumo y por eso aún la consumiré.
El binomio gastronómico de a pie es un chifita y una Inkacola.
Los peruanos somos tan creativos...
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