sábado, 12 de julio de 2008

El CHIFA DE LA ESQUINA


¿Estaremos en condiciones de decir que el 'chifita' es ya peruano? Creo que todos hemos pasado más de una vez por un chifa, y no sólo pasado, sino entrado, consumido y pagado.

Cuando sales de casa y de repente sientes que el hambre está siendo presa de ti, lo primero -aparte claro está del pollo a la brasa- que se te ocurre, es lo más emblemático que hay en el Perú -o por lo menos en Lima-: El Chifa. Este variado plato: caliente, humeante, dulce, salado, y agrio; siempre viene acompañado de un líquido por demás traicionero. Un líquido que a pesar de la traición cometida a nosotros sus padres, aún la tenemos en el corazón y le decimos -todavía- con orgullo: La bebida de sabor nacional. Me refiero a esa ingrata rubia que quiso dejar de ser chola para ser mapocha: la Inkacola.

¿Alguna vez te has imaginado comerte tu arrocito chaufa y de colofón una Coca cola? No te pases. Jamás. Siempre es con Inkacola.
Ayer estuve en un chifita. Me pedí mi Kamlu Wantán y para tomar -a regañadientes- pedí a la traicionera -mi memoria inconsciente es más fuerte que yo, perdónenme-. Así que, feliz nomás disfruté mi plato. Total; Saga, Ripley, y demás, son chilenos, ¿no? Y como soy antichileno, mi lema es: "A los chilenos me los como". Bueno, tómalo como quieras. Pero yo me los como, ¿ok?

Así que, cuando vayas a un chifa, debes darte cuenta que esos establecimientos ya dejaron de ser chinos, para ser eminentemente peruanos, aunque en ellos, a veces, sólo atiendan chinos. Los chifas y la frase: "Te invito un chifita" -no se entienda como vamos a 'chifear', porque ya significa otra cosa- son lenguajes coloquiales de nuestra habla 'culta'. Ahora es patrimonio nuestro, aunque la Inkacola haya dejado de elaborarse en el Perú. Esa rubia rica y dulzona a pesar de todo, creo que en el fondo lleva el espíritu peruano. Por eso aún la consumo y por eso aún la consumiré.

El binomio gastronómico de a pie es un chifita y una Inkacola.
Los peruanos somos tan creativos...

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