sábado, 19 de septiembre de 2009

CHILENOS: ROTOS DE NERVIOS


Los chilenos me recuerdan a mis amores adolescentes: sentimientos caprichosos, vanidosos, cursis, hasta conchudos. Resulta que están ofendidos –oh, plantones de quinceañeras— por la ausencia de nuestros ministros de estado a su cena de gala por su 199 aniversario de independencia. Y qué esperaban, que nuestras autoridades se hagan presentes con sonrisas de por medio, cuando el despistado ministro de defensa chileno arremete contra la propuesta del presidente Alan García de crear un pacto para reducir el gasto militar en la región, comparándolo con el acuerdo de no agresión que la Alemania nazi firmó con Unión Soviética previo a la Segunda Guerra Mundial.

Esta diatriba chilena, como es natural, reclama actitudes serias y responsables, como no asistir ni a su cena, ni a su mini parada militar. Así de simple. Pero, lo que más me llama la atención es que ellos creen tener todo el derecho a ofender a los peruanos con sus injerencias –desde el tema del reclamo del mar peruano ante a la Haya— hasta las provocadoras actividades belicistas que van a llevar a cabo en Octubre en el norte chileno tristemente llamado “Operación Salitre”; me pregunto yo: acaso ellos pueden hacer lo que les venga en gana, con el claro objetivo de hostilizarnos y, de paso, sacar sus músculos, ante una hipotético resolución a favor del Perú en el tema del Mar de Grau, o es que, nosotros –condenados a la cruel servidumbre (como dice nuestro Himno Nacional)— debemos quedar callados y hacernos de la vista gorda ante sus pataletas de niños engreídos; no. Nunca. Somos la estirpe original del habitante sudamericano. No los rotos, ni los araucanos. Fueron los Incas. Fuimos nosotros. Y la casa se respeta.


Bien por la actitud peruana en respuesta a sus engreimientos de niños Grieves. Espero que los chilenos aprendan a respetar a los peruanos. Y si no tienen esa endiosada virtud, que por lo menos sean más positivos y utilicen mejor el sentido común. El tema chileno, en realidad es de nunca acabar. Ay Chile, ¿tanto nos deseas? ¿Quieres ser nosotros?...