viernes, 19 de septiembre de 2008

SOY YO: LA PIEDRA



Mi solidez se compara con mi soledad. Soy amorfo, pero algunas veces tratan de darme representación; aún así me siento solo un bulto surrealista.
Nadie me da importancia, sólo cuando necesitan de algo fuerte y duradero; eso sí, soy duradero, sigo siendo la misma esencia aunque me transforme con el tiempo.

De nosotras han hecho grandes esculturas –dicen ellos– pero no me consta. Aunque en cierta medida los comentarios me enorgullecen.
A veces la gente utiliza mi nombre para darse valor y ser fuertes. "Pon tu corazón de piedra", son algunas frases sueltas. "Soy más duro que una piedra"... más fuerte que nosotras, no creo que haya nadie. Pero el hombre siempre se ufana de lo que no tiene o no puede. Está en su naturaleza ser poderoso.

Nosotras, las piedras, en cambio somos modestas. Somos tan imperceptibles que ni siquiera se dan cuenta que estamos allí; pero sin embargo, a los hombres los rodeamos por donde caminan.
Siempre he oído desear a mucha gente ser como una piedra. Ser tan fuertes y eternos. Sí, ellos a lo que le tienen miedo es al tiempo. En cambio el tiempo nos tiene miedo a nosotras. Ese es nuestro destino. Ese es nuestra muerte.

El hombre sabe que una piedra es testimonio de una civilización; aunque a veces, la civilización no deja testimonio de la piedra. Es paradójico, pero el hombre y la piedra es un binomio indisoluble. Las civilizaciones pasarán, pero, el hombre y la piedra siempre marcharán juntos; sin embargo, nosotras siempre nos impondremos al tiempo, verdugo de la vida.

La piedra, eterno testimonio de la vida.

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