Confieso que a veces soy un estúpido pesimista. En verdad; ¡parece que me pagaran! Anoche tuve una clase magistral sobre el optimismo, la fe, el pundonor, el creer ciegamente que todo lo que pretendamos, lo podemos hacer. ¡Ba!... aún ahora creo que todas estas cosas subjetivas son asuntos mentales. Cuando alguien arranca algo con pesimismo obviamente no logrará nada... de nada. Algunas veces intenté saborear 'antes de', el optimismo, pero no conseguí mucho. Por eso, creo, que las cosas, a veces, funcionan de acuerdo a tus motivaciones e intereses.
Como dije, anoche me cambió el panorama un 'loco'. Sí. Un loco de mierda. Cuando deglutía la casi amarga derrota de Perú en manos de Argentina, sentí que como siempre, ni un endiablado milagro podía hacer algo por nosotros, mucho menos en la agonía del partido. Sentí el espasmoso dolor del sufrimiento que recorría mi trémulo cuerpo.
!Carajo¡, perdimos como siempre, pensé. Tan inolvidable que estaba el partido. Postrado en el mueble, solo y triste, casi desparramado con el orgullo y la dignidad a ras del piso, vino lo locamente milagroso. Ese loco de mierda, hizo que mi piel se pusiera de gallina y que mi garganta quemara de emoción; que mis ojos se tornaran vidriosos y que mi pecho –casi a punto de estallar– y creo poseído por todo el Perú, gritara el gol, como si fuera la última palabra pronunciada en esta vida.
Ya creo en el alma. Ahora estoy convencido que tenemos un alma. No puede haber otra explicación para ese combustible sentimental y de determinación que hicieron combustión en el 'loco' Vargas y corra hacia la portería argentina, como si esa puerta era la entrada final al cielo. ¡Qué energía!, ¡Qué pundonor! No termino de conocer al ser humano... es tormentosamente complejo. Los peruanos somos así. !Así somos carajo¡
El Perú a través del tiempo, ha demostrado que sus hombres son seres homéricos. Una vez más me siento orgulloso de ser peruano.
Como dije, anoche me cambió el panorama un 'loco'. Sí. Un loco de mierda. Cuando deglutía la casi amarga derrota de Perú en manos de Argentina, sentí que como siempre, ni un endiablado milagro podía hacer algo por nosotros, mucho menos en la agonía del partido. Sentí el espasmoso dolor del sufrimiento que recorría mi trémulo cuerpo.
!Carajo¡, perdimos como siempre, pensé. Tan inolvidable que estaba el partido. Postrado en el mueble, solo y triste, casi desparramado con el orgullo y la dignidad a ras del piso, vino lo locamente milagroso. Ese loco de mierda, hizo que mi piel se pusiera de gallina y que mi garganta quemara de emoción; que mis ojos se tornaran vidriosos y que mi pecho –casi a punto de estallar– y creo poseído por todo el Perú, gritara el gol, como si fuera la última palabra pronunciada en esta vida.
Ya creo en el alma. Ahora estoy convencido que tenemos un alma. No puede haber otra explicación para ese combustible sentimental y de determinación que hicieron combustión en el 'loco' Vargas y corra hacia la portería argentina, como si esa puerta era la entrada final al cielo. ¡Qué energía!, ¡Qué pundonor! No termino de conocer al ser humano... es tormentosamente complejo. Los peruanos somos así. !Así somos carajo¡
El Perú a través del tiempo, ha demostrado que sus hombres son seres homéricos. Una vez más me siento orgulloso de ser peruano.
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