viernes, 29 de agosto de 2008

LA LIBERTAD DE HABER NACIDO


Despacio. Despacio y lentamente. Sin que nadie le haya explicado, practica sobre el ensayo y el error. Sujeta, primero, suavemente el biberón. Le calcula su peso. "3 onzas, está bien" –piensa–. Por primera vez siente entre sus manitas la tibies de la leche. Eso lo hace reaccionar y pone en funcionamiento la inmensa red neural.

Cree que es sólo de tocar y dejar. Pero se da cuenta que debe sostener. Le toma tiempo. No le importa. "Me quedo todo el tiempo del mundo. Total, es mi leche y tengo hambre" –trata de decirnos con sus ojos brillosos.
Con cierta duda succiona la teta, pero a medida que se alimenta le toma confianza y lo hace de forma decidida, con derecho, con razón. "Es mi teta".

Después de unos días Noah se torna en un bebé independiente a la hora de alimentarse. Sólo se siente algo inactivo cuando se alimenta del pecho de mamá. Pero, cuando es con biberón él toma el control de la situación. Con destreza lo desliza hacia su boca y empieza el círculo de siempre: sostener, medir y succionar. Son los primeros indicios de su libertad, de su independencia. Para eso hemos nacido, para ser hombres libres.

Espero hijo que cuando crezcas seas la persona que quieras ser... como lo eres ahora.

Te amo Noah.

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